A los setenta años de
la Revolución del 20 de octubre de 1944
IV Hacia el Segundo Gobierno
de la Revolución
Raul Molina
Concluía mi
artículo anterior mencionando la campaña de acusación de “comunismo” a la
Revolución que hacía el imperio, la Iglesia Católica (puedo dar fe de esto) y
los medios de comunicación de la oligarquía. Cuando se comparan los logros de
Arévalo a esa fecha con el “caos político” de hoy, fácilmente se llega a la
conclusión de que necesitamos un nuevo “socialismo espiritual”, como mínimo.
Para muestra: ¿En qué otro país es absolutamente indispensable que funcione una
CICIG para intentar romper la impunidad? (sólo Pérez y Baldetti intentan
sacarla, por obvias razones). ¿Por qué López sigue de Ministro de Gobernación,
frente a la falta de control de las cárceles y la represión al movimiento
social? ¿Por qué el Patriota manipula organismos –Fiscalía, Tribunal Supremo
Electoral, Contraloría-- y leyes para perpetuar cuatro años más de corrupción?
Eso no existía durante la Primavera Democrática, con orientación de izquierda,
es decir, con el pueblo en el corazón.
Arévalo
logró el importante hecho de transferir su gobierno a otro gobierno electo
popular y democráticamente. No fue una tarea fácil, ya que debió enfrentar
intentos de golpe de estado de los grupos más conservadores, apoyados por los
Estados Unidos, que se encontraban sumidos en el Macartismo anticomunista, y los sectores más
conservadores del país, que empezaban a buscar aliados dentro del ejército.
Hubo más de 50 conjuras cívico-militares que intentaron separar al Presidente o
imponerle condiciones que limitaran su mandato. Entre los líderes militares que
exigían separar a los “comunistas” del gobierno se encontraba Francisco Javier
Arana, ex triunviro de la Junta Revolucionaria. El momento político-militar más
difícil se originó en la decisión de Arévalo de arrestar a Arana y sacarlo al
exilio; en el intento de captura mueren Arana y otras personas. De inmediato,
se desató la rebelión de la Guardia de Honor y hubo enfrentamientos armados por
más de 24 horas, sofocada por los oficiales leales.
Recuerdo el
inicio de la campaña electoral, diversos partidos políticos y grandes fotos,
incluida la del “Soldado del Pueblo” en la Torre del Reformador. También recuerdo
el impacto en toda la sociedad del crimen del Torreón. Era inconcebible un
crimen así, muy diferente a la terrible realidad de hoy con un promedio de 15 a
20 asesinatos diarios. La seguridad ciudadana brindada por la Revolución, sin
represión violenta, permitía la libre vida política. Árbenz planteó su proyecto
de gobierno: además de continuar con los programas y obras de Arévalo, se
propondría pasar de las condiciones semi-feudales de producción agrícola a un
capitalismo moderno. En su afán de reforzar la soberanía nacional –no como el
Patriota que lo vende todo al mejor postor—construiría la Ruta al Atlántico, la
represa de Jurún-Marinalá y el Puerto de
Santo Tomás. Cabe preguntarse hoy: ¿No es tiempo de terminar con los
gobiernos de derecha que nos han regido por 60 años y que nos han inundado con
represión, opresión, sobre-explotación,
discriminación y, más recientemente, corrupción? A los 70 años: cambio
obligado.
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