A los setenta años de
la Revolución del 20 de octubre de 1944
III Primer Gobierno de
la Revolución
Raul Molina
La gesta
del 20 de octubre produjo un quiebre histórico en la vida del país. Quedó atrás
una dictadura de 14 años y se abrió una democracia real, superior a la imperfecta
“democradura” de hoy con su clase política incapaz y corrupta, incluidos ex
militares y narcos. La Junta Revolucionaria cumplió cabalmente su mandato al
lograr la transición a gobierno popularmente electo en menos de 6 meses,
incluida la aprobación de una nueva Constitución y un sistema electoral
transparente. El 15 de marzo de 1945 asumió el gobierno Juan José Arévalo,
luego de lograr más del 85% de los votos.
Arévalo
tuvo la responsabilidad de aplicar la Constitución de 1945. Aunque no lo hizo
solo, ya que contó con brillantes funcionarios y militares honestos y leales,
sí impuso su sello como educador y promotor del “socialismo espiritual”. Dio
gran énfasis a la satisfacción de los derechos económicos, sociales y
culturales, lo que no ocurría en muchos lugares del mundo, cuando aún no se
había aprobado la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La Educación y
el magisterio fueron favorecidos, declarándose el 25 de junio como “Día del
Maestro”, en justo homenaje a María Chinchilla. Se estableció la alfabetización
como prioridad nacional y se promovió la educación primaria obligatoria.
También fue favorecida la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC),
reconocida constitucionalmente como nacional y autónoma, con lo cual inició un
período de gran florecimiento (limitado luego por la contrarrevolución de 1954
y violentado por Lucas García a partir de 1978). Se introdujeron reformas
sustanciales en la salud y se estableció el sistema estatal de seguridad social
a cargo del IGSS. Los trabajadores, tanto urbanos como rurales, pasaron al centro de las preocupaciones del Estado con
el Código de Trabajo. Miles de campesinos, muchos de ellos indígenas, empezaron
a recibir tierras del Estado. También fue muy importante la solidez financiera
lograda con el Banco de Guatemala y la Junta Monetaria. Significativos entre
los derechos culturales fueron la revalorización de la cultura maya y el apoyo
a las artes.
Los derechos
civiles y políticos fueron centrales. La “ley fuga”, la tortura en las
mazmorras policiales y la persecución política fueron eliminadas, mientras que
la seguridad ciudadana hizo posible un clima de tolerancia y desarrollo, que
hoy ha desaparecido. El sistema judicial se prestigió, distinto a la realidad
presente. Surgieron partidos políticos, de diversas tendencias, desde la
derecha hasta la inscripción del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), en
1948. La libertad de prensa fue total, dando paso a periódicos y emisoras de
diversas tendencias, abriéndose sus páginas a opiniones políticas de todos los
matices. Se usó una fórmula de política internacional que más tarde sería
recogida por el Movimiento de No Alineados: no a la ubicación ni con los
Estados Unidos ni con la Unión Soviética. Un factor que llevó al imperio a
crear, junto con la jerarquía de la Iglesia Católica, la idea del “peligro
comunista”. Empezó la conspiración de
los poderosos. (Continuará)
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