Cómo sobrevivir el
proceso electoral (II)
Raul Molina
(Continuación) Hace una semana mencionaba cuatro
fórmulas: sacar al Patriota con el “voto castigo”; ampliar el voto castigo a
Líder, UNE, GANA, FRG, PAN y DC; votar
para quienes gasten enormemente en propaganda; y no creer en ofrecimientos de
campaña.
Quinta
fórmula: sacar a todas y todos los
mafiosos de los cargos de elección popular e impedir que otros semejantes
lleguen. Ya sabemos quiénes son; han demostrado durante cuatro o más años
que no les importa la población; hacen lo que quieren y se aprovechan de su
condición. No votemos por ellos y tampoco por cualquier persona que se le
señale de haber participado en el crimen organizado, la violencia, la represión
y la corrupción.
Sexta
fórmula: votar contra quienes busquen la
reelección, tanto en el Congreso como en las municipalidades. Arzú inventó
la alcaldía vitalicia, sobre la base de “acciones cosméticas”. Hoy, alcaldes
por doquier pretenden reelegirse, no para servir a los vecinos sino para “sus
negocios”. Con excepción de cinco diputados no debe reelegirse a ninguno.
Séptima
fórmula: votar contra la derecha. De
1954 a la fecha la derecha ha estado en el gobierno. Durante 60 años, los
gobiernos han sido verdaderos lacayos del CACIF y los intereses políticos y
económicos estadounidenses. Han llevado al país a la condición de Estado
fallido, es decir, uno que no puede resolver los problemas esenciales. Algunos
analistas sostienen que el Estado es “fallido” para las grandes mayorías; pero
un verdadero éxito para la derecha. Votar por cualquiera de sus opciones es
entonces un suicidio. La derecha jamás le responderá al pueblo y a las capas
medias; su interés es venderse al mejor postor de los capitales oligárquico, del
crimen organizado y extranjero. Ningún ciudadano o ciudadana y, particularmente,
ninguna persona joven debe dar su voto a la derecha. La pregunta es: ¿A cuál de
las vertientes del centro o la izquierda se deben canalizar los votos? Lo mejor
sería que se unieran y presentaran un solo frente para enfrentar la inmundicia
actual. Una alianza de centro-izquierda sería, como ha ocurrido en otros países
–en América del Sur y ahora en Grecia—la alternativa democrática. En esto trabajamos
intensamente; pero si la miopía de algunos dirigentes de izquierda mantiene las
fragmentaciones, la población debe escoger alguna entre ellas para su voto,
recordando que necesitamos que el Congreso esté lleno de personas responsables,
que las alcaldías trabajen para las y los vecinos y que la fuerza opositora sea
cada vez más fuerte.
La octava
fórmula, que debiese ser apoyada por toda la diáspora guatemalteca y sus familiares
en el país, consiste en aplicar “voto
castigo” también a todos los que pudieron hacer algo para responder a las
necesidades de los 1.5 millones de migrantes y no lo hicieron. La GANA, la
UNE y el Patriota ofrecieron apoyar a los migrantes y otorgar voto y representación
en el extranjero; nunca hicieron nada. A otros partidos se les pidió apoyo para
el TPS y, aparte de sus viajecitos a Estados Unidos, nunca movieron un dedo.
Hemos exigido la reforma de la Ley del CONAMIGUA y el Congreso no la ha
modificado. Es tiempo de pasarles la factura.
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