Cómo sobrevivir el
proceso electoral (I)
El proceso
electoral aún no está abierto y ya los anuncios, pintas, inauguraciones
“oficiales” y piñatas electorales empiezan a proliferar, haciéndonos sentir
cada vez más ajenos a la “política”, que no es más que un mercado de intereses
personales. Será un largo calvario de prepotencia, engaño, abusos y,
lamentablemente, hasta de violencia de quienes han usufructuado o intentan
exprimir al Estado. El interés común, particularmente de las grandes mayorías,
será alto en la propaganda; pero muy bajo o inexistente en los hechos. Se ha
abierto el “circo electoral”; pero, a diferencia de los romanos, sin “pan”.
¿Cómo podremos sobrevivir?
Sugiero
algunas fórmulas de sentido común y, si las capas medias y sectores populares
las adoptasen, podríamos empezar a modificar la oferta electoral. La primera es
que, al igual que en todas las elecciones anteriores, el partido en el gobierno debe ser castigado: hay que sacar al
Patriota de la función pública y mejor si se minimiza su presencia en el
Congreso y alcaldías. El pueblo ha sido sabio en el pasado y hoy, a pesar de la
falta de opciones reales, debe seguir utilizando el “voto castigo”.
Segunda
fórmula: ampliar el “voto castigo”.
Es vox populi, luego de las
manipulaciones de Patriota y Líder, que ambos son el mismo mico, por lo que no
hay que esperar cuatro años para “castigar” a Líder; hay que prevenir que se
acerque al Poder Ejecutivo –y al tesoro del Estado. También hay que ampliar el
castigo en el tiempo: a la UNE se le sacó acertadamente del gobierno; no hay
razón para darle “una segunda oportunidad”, como tampoco a PAN, GANA, FRG y DC,
aunque se presenten como “niños de primera comunión”. La ciudadanía tendrá que
optar por el mejor entre los restantes; por lo menos, no hay experiencia de
“pillaje”.
Tercero: hay que votar contra los partidos que hagan
más propaganda. La mercadotecnia prescribe que se invierta más dinero en
propaganda mientras menos calidad tiene el producto. Los que empapelan o
pintarrajean muros y paredes creen que eso les lleva al triunfo. Tenemos que
demostrarles lo contrario rechazando candidatos y candidatas, nacionales y
locales, que traten de “lavarnos el coco”. Igualmente, los que tengan recursos
para TV y radio para discursitos, cancioncitas y publicidad son lo que deben
obtener MENOS votos; estos fondos malgastados serían compensados después, con
creces, a los financistas.
Cuarto: no hay que creer en ofrecimientos de campaña.
Portillo dijo, cínicamente, que en campaña había ofrecido “el oro y el moro”
sin ninguna intención de cumplir. Ese rasgo de “político hábil” lo llevó a
pasarse tiempo en la cárcel de Nueva York, para vergüenza nacional. Otro
personaje ofreció “mano dura” contra la violencia; pero solamente la ha
aplicado contra el movimiento social. Los problemas del país son evidentes y
debemos pedir no promesas sino que la presentación de políticas y estrategias
para enfrentarlos: salud y educación, en decadencia por el neoliberalismo;
falta de empleo; abandono de las y los migrantes; desprecio por nuestra
juventud; conflictos por tierra, territorio y recursos; y la sempiterna
violencia ¿Qué se hará en cuatro años? (Continuará).
Por Raul Molina.
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