MOVIMIENTO DE UNIDAD PROGRESISTA Y POPULAR (MUPP)
Comunicado 006-2015
Con motivo del aniversario del asesinato de Manuel
Colom Argueta,
Líder del Frente Unido de la Revolución (FUR)
Uno de los grandes líderes revolucionarios de
Guatemala fue, sin duda alguna, Manuel Colom Argueta. No fue el único de esa
generación de extraordinarios revolucionarios, algunos de más edad que él, como
Alfonso Bauer Paiz, Adolfo Mijangos, Marco Antonio Villamar y Luis Turcios, y
otros de su edad o más jóvenes. Pero se destacó entre ellos porque supo
manejarse mejor dentro de las aguas políticas de la Guatemala
contrarrevolucionaria, para llevar al FUR a ser una fuerza política real y una
opción popular de izquierda. Ha sido el único alcalde de la ciudad capital
(1970-1974) que estuvo realmente comprometido con los sectores pobres y
marginados, sin abandonar proyectos para las capas medias y soluciones a los
problemas de todos los capitalinos. Hizo en cuatro años, pese al acoso
permanente en su contra de Arana Osorio, lo que Arzú no ha hecho en sus 20 años
de aprovechamiento político personal, con obras tales como el anillo
periférico, el plan de desarrollo urbano, los abastecimientos de alimentos, el
colector municipal y varios proyectos importantes de introducción de agua, para
citar algunos.
Fue también el arquitecto del único triunfo electoral
del centro-izquierda de 1954 a la fecha, al ganar las elecciones en 1974 con la
alianza de revolucionarios, social demócratas y demócratas cristianos. Desde
luego, los militares, comprometidos con la política de seguridad nacional y las
disposiciones del imperio, negaron ese triunfo y entregaron el gobierno a
Laugerud García, para continuar los gobiernos de derecha que han reprimido y
saqueado al pueblo.
Para
1978, cuando la cúpula militar, en alianza estrecha con el CACIF y la Embajada
de Estados Unidos, entregó el gobierno a Lucas García y ordenó a éste la
decapitación del movimiento político de oposición y del movimiento social, así
como la destrucción de las guerrillas, el asesinato de Colom Argueta y otros
líderes era solamente cuestión de tiempo. Hubo un primer atentado contra él en
la zona 12, se asesinó a Alberto Fuentes Mohr en enero de 1979 y personas de la
USAC, de los sectores religiosos y del movimiento sindical eran ya acosadas y
perseguidas desde 1978. El 22 de marzo de 1979, por la mañana, un contacto
militar invitó a Colom Argueta a una reunión clave; él confió y se dirigió al
lugar de la cita. Se puso en marcha el ataque militar, previamente montado y
debidamente coordinado hasta con helicóptero, hasta terminar con la muerte de
Colom Argueta y algunos de sus acompañantes. ¡Había sido traicionado! Poco
tiempo después, el EGP realizó un atentado en la capital y dio muerte al
General Cancinos, sindicándole de haber sido el responsable del asesinato de
Colom Argueta.
Han
pasado 36 años. El país vio desaparecer las vías políticas para la superación
de la crisis nacional. La única opción para el pueblo guatemalteco fue la vía
revolucionaria armada y en 1982 se creó la Unidad Revolucionaria Nacional
Guatemalteca (URNG). Los militares respondieron con los golpes de Estado de
1982 y 1983, el genocidio y la “tierra arrasada” y el intento de destrucción total de los
movimientos políticos y sociales de oposición. El impasse en el conflicto
armado interno llevó a las negociaciones de paz, a partir de 1991, la firma del
Acuerdo de Paz Firme y Duradera, en diciembre de 1996, y el intento fracasado
de consolidar la paz bajo los gobiernos ineptos y corruptos de Arzú, Portillo,
Berger, Colom y Pérez. Pareciera que hoy regresamos a los tiempos de 1979,
particularmente con el asesinato reciente de tres periodistas y el tétrico
promedio de 17 muertes diarias. Por la memoria de Manuel Colom Argueta y tantos
héroes, heroínas y mártires más, incluido Carlos Duarte, fallecido este 19 de
marzo, no debemos permitir más que el “reino de la muerte” siga dominando
nuestro país.
Proponemos
en esta fecha, en homenaje a Manuel Colom Argueta, lanzarnos a una campaña
ciudadana por la ética política en el proceso eleccionario de 2015. Depuremos
nuestro sistema político. Arranquemos de cuajo la “mala yerba” que infesta
dicho sistema. Utilicemos nuestro voto, de manera inteligente, y digamos con
vehemencia: “¡No a la reelección!”. Con
nuestros votos evitemos que quienes han corrompido la práctica política vuelvan
a ocupar cargos públicos. Como dice la Red por la Paz y el Desarrollo de
Guatemala (RPDG): “hay que llenar el gobierno y el Congreso con la mayor
cantidad posible de personas honradas y hay que elegir corporaciones
municipales no corruptas que respondan a sus vecinos. No es el voto en función
de partido; es el voto en función de las o los candidatos probos. No se trata
de elegir al ‘menos malo’; se trata de elegir entre las candidatas y los
candidatos honestos”.
Significa un verdadero “borrón y cuenta nueva” del
sistema político. Como dice la RPDG: “¿Quién quiere otra vez a Vinicio,
Serrano, Arzú, Portillo, Berger, Colom y Pérez? Nadie en su sano juicio. La
única forma de lograrlo es con una decisión dura pero necesaria: NO A LA
REELECCIÓN. No a la reelección significa que ninguna de las organizaciones
políticas que han hecho gobierno –más bien desgobierno, como el presente-- debe
ser reelegida. Fuera de nuestra consideración quedarían la DC, los partidos en
torno a Jorge Serrano, el PAN, el FRG, la GANA, la UNE y el Patriota, al igual
que las escisiones de las mismas, como Líder y TODOS. Significa también que
ningún diputado debe ser reelecto, aunque haya dado brincos de un partido a
otro –de hecho, las y los maestros del transfuguismo deben ser castigados-- al
igual que el puñado (no más de cinco) que ha hecho un trabajo digno. Instamos a
estos a manifestar públicamente que, en aras de la ética, no pueden seguir
siendo representantes, porque el Congreso ha dejado de tener representatividad,
legitimidad y credibilidad”.
Las nuevas generaciones tienen el derecho de imitar a
los héroes, heroínas y mártires, como Manuel Colom Argueta. Para ello, quienes
les hemos antecedido en la lucha política tenemos la obligación de pasar la
escoba, sin contemplaciones. No es un hecho de represalia; es un acto de racionalidad
y consecuencia.
Guatemala
y su Diáspora, 22 de marzo de 2015
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