Monday, May 18, 2015

Esta historia también es nuestra

Publicado en Siglo XXI14-5-2015
Esta historia también es nuestra
Ana Silvia Monzón
En la actual coyuntura, la convocatoria a elecciones ha pasado a un segundo plano. La movilización de ciudadanas y ciudadanos, a partir del 16 de abril, cuando se develó la amplia y profunda red de corrupción en el sistema tributario que involucra a funcionarios y funcionarias a todo nivel, y que tocó la puerta misma de la otrora poderosa vicepresidenta, ha priorizado la demanda de renuncia de los gobernantes, y la rendición de cuentas.

La sospecha de corrupción se extiende  a la clase política, a los organismos legislativo y judicial; el ojo ciudadano se enfoca también en las élites económicas, políticas y militares que se han beneficiado de la existencia de un Estado débil, sordo y ciego a las demandas de la mayoría empobrecida que, aún en el siglo XXI, no se reconoce como sujeta de derechos.

Las redes sociales convocan y miles de pies se encaminan a las plazas, miles de manos se alzan para declararse presentes, miles de gargantas proyectan la ira acumulada, lanzando consignas que atraviesan fronteras, miles de ojos despiertan del letargo y dicen ¡basta!  Se multiplican las formas de expresar el hartazgo y se han roto, ojalá para mucho tiempo, los diques del miedo, la indiferencia y la autocensura.

Hay quien enuncia, en solitario, “esta también es mi plaza”, quienes se encadenan para exigir libertad, quienes bailan en una fiesta ciudadana, un día sí y otro también. Quienes, bajo cielos extraños, reafirman sus orígenes y se suman a la protesta. El griterío, que ahora reúne diversas demandas históricas, estructurales y contemporáneas, está encontrando claves para  reivindicar ciudadanía, no la de fachada, sino la que implica reconocimiento, memoria histórica, justicia, educación, recreación, techo, tierra, trabajo y pan.
Abril anuncia y mayo confirma que nada será igual. No más insultos  a la inteligencia popular, no más negocios espurios, ni transacciones en la oscuridad. No más pactos entre los mismos. No más robo de futuro ni hipotecar nuestra esperanza. No hay mal que dure cien años, ni dignidad que los aguante.

En esta tierra y en este momento, la transformación será plural e incluyente o no será. No debemos admitir más exclusiones, estas calles, estas plazas, esta historia también son nuestras.

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