Cápsula informativa 168-15
El gobierno y el Congreso para los cuatro meses que
siguen
Lo que viene a partir del 14 de enero es un verdadero
desastre; pero, igualmente, lo que tenemos ahora en el mundo político es
insoportable. Imaginen, Maldonado no quiere oír de consultas al movimiento
social para sus decisiones y le exigió al Congreso que seleccionara a su
vicepresidente de la terna enviada. La decisión fue un ex Rector de la USAC (que
están a la baja, como Eduardo Meyer), como anticipo de Jafeth, que acompaña a
Jimmy. Mientras tanto, Maldonado habla de decisiones que no le vamos a aceptar
(negocios y arreglos tras bambalinas), sigue con los mismos ministros que le
dejó su patrón Otto –la ministra de Gobernación en cuestionamiento, el Ministro
de Obras Públicas impuesto por TIGO, después de infiltrarse en el Movimiento
por la Dignidad, y el Ministro de Relaciones Exteriores con una renuncia que no
se anima a presentar-- y quiere aprobar
todo lo que le pide la Embajada, que es la verdadera razón de que Otto lo
propusiera. ¡Y el Congreso sigue siendo el mismo! Los diputados quieren vender
caro sus votos, particularmente los que ya no seguirán siendo “representantes
del pueblo”. Prensa Libre, vocero del CACIF, quiere proyectarles una nueva
imagen. Ahora habla de un “Congreso herido”, en el cual 73 miembros no fueron
reelectos. Lo que no aclara es que más de 80 de los 90 y
más que buscaron la reelección sí la lograron (ostensible mayoría). La mafia de
ahora será la misma mafia después del 14 de enero. La ciudadanía debe rechazar
todos los nombramientos, contratos y acuerdos a los que este gobierno y el
Congreso lleguen; son espurios. En Estados Unidos, el gobierno en su último año
se suele caracterizar como “lame duck President”, esto es, el pato para que
sirva de tiro al blanco. En Guatemala, toda esa bandada de “patos” de la
política criolla no ha de recibir “tiros”; pero sí debe ser ignorada. Y para el
futuro, a partir del 14 de enero, “aún hay más”; lo mejor sería despedir al
flamante “nuevo” Congreso en pleno. ¿Tendremos suficiente indignación?
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